Descubre en qué consiste la cirugía de catarata, cómo se realiza y qué beneficios ofrece para recuperar una visión clara y segura. ¡Lee más!
La visión puede cambiar de forma progresiva, y muchas personas notan que leer, conducir o distinguir detalles empieza a requerir más esfuerzo. Aunque suele atribuirse al envejecimiento, en numerosos casos la causa real es la presencia de cataratas, una condición frecuente y tratable que afecta la transparencia del cristalino.
Continúa leyendo atentamente este artículo para conocer más sobre qué son las cataratas, cómo se realiza el diagnóstico de esta condición, cuáles son los beneficios de tratarlas con cirugía y cuáles son los cuidados necesarios después del procedimiento.
¿Qué son las cataratas y por qué aparecen?
Las cataratas son una condición ocular caracterizada por generar opacidad en el cristalino, una estructura transparente ubicada detrás del iris, cuya función es enfocar la luz sobre la retina. Cuando el cristalino pierde su transparencia, la visión se vuelve borrosa, esto produce mayor dificultad para ver de noche, sensibilidad a la luz, percepción apagada de los colores y visión doble en algunos casos.

Aunque muchas personas creen que esta condición es exclusiva de los adultos mayores, lo cierto es que existen distintos factores que pueden acelerar su aparición o desarrollarse de forma prematura. Entre las principales causas de las cataratas se encuentran:
- Envejecimiento natural del ojo, especialmente después de los 60 años.
- Factores genéticos o antecedentes familiares.
- Traumatismos oculares por golpes o lesiones directas.
- Exposición prolongada a la radiación UV sin protección adecuada.
- Enfermedades sistémicas como diabetes o hipertensión.
- Uso prolongado de ciertos medicamentos, como corticosteroides.
- Cirugías oculares previas que afecten la estructura del cristalino.
- Hábitos nocivos como el tabaquismo o una mala alimentación.
¿Cómo se identifican las cataratas en etapas tempranas?

Aunque su progresión suele ser gradual, existen ciertos signos clínicos y exámenes diagnósticos que permiten confirmar su existencia y planificar la intervención adecuada. De acuerdo con la American Academy of Ophthalmology (AAO), identificar estos síntomas y consultar con un especialista es el primer paso hacia una visión más clara y segura.
A continuación, te compartimos algunos métodos y señales clave para detectar si necesitas una cirugía como tratamiento de las cataratas:
- Exámenes de agudeza visual: son pruebas de rutina en cualquier consulta de oftalmología, donde se mide la capacidad del ojo para distinguir letras o formas a distintas distancias. Una reducción progresiva de la visión puede ser una señal de alerta.
- Test de sensibilidad al contraste: las cataratas afectan la percepción de los contrastes, haciendo que los objetos parezcan más difusos o apagados. Esta prueba ayuda a detectar la pérdida de claridad visual incluso en etapas tempranas.
- Luz deslumbrante o halos: pacientes con esta condición suelen notar molestias con luces intensas, especialmente durante la noche, lo cual puede confirmarse mediante evaluaciones oftalmológicas especializadas.
- Observación del cristalino: a través de una lámpara de hendidura, el oftalmólogo examina la opacidad del cristalino. Este es uno de los métodos más directos para confirmar la presencia de cataratas.
- Visión borrosa no corregible con gafas: si los lentes convencionales ya no mejoran la visión, podría ser indicio de opacidades que requieren una cirugía oftalmológica.
Estos y otros métodos son realizados en una clínica de ojos especializada como la de Bogota Laser Ocular Surgery Center con el objetivo de determinar si la operación de cataratas es el paso indicado para recuperar la visión.
Beneficios y resultados del procedimiento
Cuando la opacidad del cristalino comienza a interferir con la lectura o actividades tan simples como reconocer rostros, la cirugía de cataratas deja de ser una opción “electiva” para convertirse en la vía más efectiva para recuperar visión y autonomía.
Conoce a continuación algunas de las ventajas que la han convertido en uno de los procedimientos quirúrgicos más seguros y con mayor impacto positivo en la calidad de vida de los pacientes a nivel mundial:
Alta tasa de éxito y satisfacción visual
Diversos estudios clínicos han demostrado que la gran mayoría de los pacientes recuperan una agudeza visual funcional tras la cirugía. Por ejemplo, el Hospital Clínic de Barcelona reporta que alrededor del 90% de los pacientes con lente intraocular (LIO) mejoran su agudeza visual y están satisfechos con el resultado, cifra que supera el 95% cuando no existen otras enfermedades oculares asociadas.
De forma similar, artículos de divulgación médica recientes señalan tasas de éxito cercanas al 98%, con complicaciones en menos del 2% de los casos.
Recuperación de claridad, contraste y percepción del color
Al sustituir el cristalino opaco por una LIO transparente, la luz vuelve a llegar adecuadamente a la retina. Los pacientes describen una mejora marcada en la nitidez, el contraste y la vivacidad de los colores, que antes percibían apagados o amarillentos. Esta recuperación de la calidad de imagen no solo se mide en optotipos, sino también en la forma en que la persona experimenta su entorno: señales de tráfico más claras, lectura más fluida y mejor desempeño en actividades cotidianas.
Menor dependencia de gafas en muchas actividades
La llamada cirugía de cataratas “refractiva” permite, además de retirar la opacidad, corregir defectos de enfoque como miopía, hipermetropía y astigmatismo mediante el tipo de lente intraocular seleccionado. Las guías clínicas de la American Academy of Ophthalmology señalan que estas técnicas tienen el potencial de reducir de manera significativa la dependencia de gafas para visión lejana, intermedia e incluso cercana. Aunque cada caso es diferente, muchos pacientes logran realizar varias actividades diarias sin necesidad de corrección óptica permanente.
Mejoría comprobada en la calidad de vida
La cirugía ocular no solo mejora la agudeza visual; también impacta dimensiones clave de la calidad de vida, como la movilidad, la independencia y la participación en actividades sociales. Investigaciones recientes muestran una mejoría estadísticamente significativa en escalas de calidad de vida relacionada con la visión y en la capacidad para realizar tareas cotidianas después de la intervención. En términos prácticos, esto se traduce en mayor seguridad al desplazarse, menor riesgo de caídas y más confianza para mantener un estilo de vida activo.
Resultados duraderos en el tiempo
Una vez que se retira el cristalino opaco y se implanta una lente intraocular, la catarata no vuelve a formarse sobre ese lente artificial. A pesar de que pueden aparecer otras condiciones a largo plazo (como opacificación de la cápsula posterior, tratable con láser), la mejoría visual derivada de la cirugía suele mantenerse estable, lo que convierte al procedimiento en una inversión duradera en la salud visual.
Estos beneficios explican por qué la operación de cataratas es hoy uno de los procedimientos más realizados en clínicas de ojos a nivel mundial y por qué organismos como el National Eye Institute y la American Academy of Ophthalmology la consideran una herramienta fundamental para preservar la visión en la población adulta
Recuperación y cuidados después de la cirugía
El postoperatorio es una fase determinante para consolidar los resultados visuales, minimizar complicaciones y garantizar una adaptación cómoda al nuevo enfoque visual. Si bien cada paciente evoluciona a su ritmo, existen recomendaciones generales que han demostrado mejorar significativamente la recuperación de cirugía de cataratas y el pronóstico a largo plazo.
A continuación, te compartimos algunas de ellas:
- Evitar frotarse o tocarse el ojo operado: aunque puede haber picazón o sensación de cuerpo extraño, es vital no manipular la zona para prevenir infecciones.
- Usar el protector ocular según indicaciones: especialmente durante la noche, protege de golpes involuntarios o exposición al polvo y otros agentes contaminantes.
- Administrar las gotas oftálmicas recetadas: suelen ser antibióticos y antiinflamatorios que favorecen la cicatrización y reducen el riesgo de infecciones.
- Evitar actividades extenuantes o que generen presión ocular: como levantar peso, hacer ejercicio o agacharse bruscamente.
- No conducir hasta nueva orden médica: tras la operación, la visión puede estar borrosa temporalmente, por lo que es fundamental esperar la autorización del especialista.
- Asistir puntualmente a los controles postoperatorios: el primero suele ser al día siguiente de la intervención y permite ajustar las indicaciones de acuerdo con la evolución clínica.
- Mantener una correcta higiene ocular: lavarse las manos antes de tocarse la cara o aplicar medicamentos, y evitar ambientes contaminados.
- No usar maquillaje en la zona ocular por al menos dos semanas: para prevenir reacciones adversas o infecciones.
- Dormir boca arriba o del lado contrario al ojo intervenido: así se evita el contacto accidental durante el sueño.
- Usar gafas de sol con filtro UV al salir de casa: la luz intensa puede causar molestias y sensibilidad ocular en los primeros días.
¿Cuándo es el momento ideal para operarse?
Algunos indicadores generales que suelen sugerir que ya es momento de considerar la cirugía son:
- Cuando la visión borrosa interfiere con tus actividades cotidianas: si ya te cuesta leer, ver la televisión, conducir, reconocer rostros o trabajar con comodidad, es una señal clara de que la catarata (o incluso otra enfermedad) está afectando tu funcionalidad.
- Cuando la conducción, especialmente nocturna, se vuelve insegura: aumento del deslumbramiento, halos alrededor de las luces y dificultad para ver bien en la noche son signos frecuentes de catarata que pueden poner en riesgo tu seguridad al volante.
- Cuando necesitas cambiar de fórmula con mucha frecuencia: si tus gafas “dejan de servir” una y otra vez en poco tiempo, puede indicar que la catarata está progresando y la corrección con lentes deja de ser suficiente.
- Cuando la pérdida de contraste y color afecta tu percepción del entorno: ver los colores apagados, tener sensación de neblina constante o notar que todo se ve “opaco” puede ser un indicio de que el cristalino está lo bastante opaco como para considerar cirugía.
Ten en cuenta: el “momento ideal” para operarte no lo determina solo lo que sientes, sino el criterio de un especialista. Siempre será el oftalmólogo, tras una valoración completa y exámenes de apoyo, quien confirme si la cirugía es la alternativa apropiada para tu caso y qué tipo de lente intraocular se ajusta mejor a tu situación.
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Artículo tomado de Bogotá Láser.








